jueves, 7 de enero de 2010

Médico de familia

Greenpeace, organización de la que no soy socio (que ya me habéis preguntado), es una de las principales guardianas de la salud del planeta, por lo que podríamos aplicar lo de... así es que señora... fíese de su médico y deje de automedicarse.

El responsable de la organización en España, Juantxo López de Ugalde ha recobrado la total libertad. Me alegro por él y por la causa del ecologismo sano y constructivo que abandera la organización que dirige.

El haberse colado en las dependencias de la corona danesa no es más que una nota de atención en la casi vacía cumbre de Copenhage. Por ser justos no deja de ser un acto ilegal (en Dinamarca, aquí y en la China), pero dado que en las democracias occidentales mandan las fiscalías, al parecer no se van a presentar finalmente cargos.

La noticia no es tanto la libertad del señor López, sino el coletazo sobre el tiempo perdido hace poco menos de un mes, en la cumbre de cambio climático, un evento que los países más poderosos se empeñaron en hacer fracasar.

Ahora debemos esperar otro año más de miserias y de catástrofes, hasta México D.F. en Diciembre de 2010, para ver si los colegas que tienen la pasta pueden arrimar el hombro y dejarnos un planeta menos gris y mas verde.

Es un coletazo también para recordarnos que en España tenemos especies en peligro, como es el lobo ibérico al que la Junta de Castilla y León pretende abatir sin números, o el Oso Pardo, o el Lince.

Lo es también para los espacios naturales que hemos de preservar, como las Tablas de Daimiel que ahora están pasando por su enésima crisis con un incendio, o Calblanque sobre cuyo cuello pende la espada de Damocles que es la especulación a la que han sucumbido por falta de cojones (de todos los partidos y gobiernos) espacios como La Manga, Cabo de Palos, toda la zona sur del Mar Menor, El Gorguel, Atamaría, Portmán...

El señor López faltó a la ley ya no por meterse en la cena de gala de Dinamarca sin invitación, sino por atraverse él, pobre hombre del burgo, a llamarles sinvergüenzas y ladrones a los que nos están vaciando la capaza y con el clima, la capaza de los que vienen después de nosotros, nuestros hijos.

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