viernes, 28 de junio de 2013

Mi carroza, tu libertad

Me gusta cuando observo que la mayoría de la gente joven se informa del camino recorrido y no olvida todo lo conseguido... dije hace casi nada.

Es la gran lección del paso del tiempo, que por fortuna, grandes logros no serán olvidados porque se miran con respeto y admiración. El mismo respeto y admiración que siento hacia aquellas personas que, antes que yo, se han partido la cara para que ahora, cada cual pueda/sepa, vivir su vida como le dé la gana. Ése y no otro era el objetivo.

Y sin embargo, en el mismo canto a la libertad de quién expresa su repulsa más absoluta por un desfile lleno de color, hemos de introducir la memoria que permita entender por qué es posible lo que estamos viviendo.

A modo de lección de historia, ya en nuestro país, fue en 1978 cuando se produce en Barcelona la primera manifestación en favor de los derechos civiles de las personas LGTB. La despenalización legal y social era el objetivo. A finales de los 90 andábamos hacia la consecución de la figura legal "Pareja de Hecho" y son entrados los 2000 cuando, desde los movimientos civiles y las fuerzas políticas progresistas, nos lanzamos a la equiparación total a través del "Matrimonio".

He de decir, en primera persona, que a pesar de haberme dejado la piel, tenía muchas dudas de la aprobación final de las leyes de la igualdad. No vivía entonces ni ahora, en una tierra especialmente receptiva a los cambios sociales, más bien al contrario. Alejado de las grandes urbes, dónde los intercambios culturales y sociales son bandera de cambio, en la Región de Murcia fuimos tan sólo unos pocos los que nos batíamos el cobre a cara de perro contra un gobierno (el del PP de la Región de Murcia) que a día de hoy, sigue siendo el único de toda España (que no se olvide esto) que sigue sin legislar ni una sola línea en materia de derechos civiles.

Fueron años muy duros, de mucha soledad, pero que finalmente tuvieron su recompensa por la vertebración de asociaciones (No Te Prives y Galactyco), el apoyo político (IU y PSOE) sindical y del resto del tejido asociativo (CJRM) que estuvo con nosotros. Me siento orgulloso del camino recorrido.

Ahora, como entonces, durante todo el año, son las personas LGTB en todas los movimientos civiles y fuerzas sociales las que de forma permanente se reúnen con partidos políticos, ayuntamientos, empresas, sindicatos, centros educativos, etc, para conseguir la equiparación social, ésa que no pueden dar las leyes.

Y ahora, como todos los años, tenemos un día en el cual salir a gritar toda nuestra rabia, nuestra indefensión ante un sistema profundamente misógino y homófobo. Un día para llorar de alegría y festejar con nuestros compañeros, amigos y familia, todo el camino recorrido. Pero también un día para recordar a tantos que se quedaron en el camino y no pudieron ver lo que estamos disfrutando. (Mi querido Jordi, cúanto hubieras sonreído).

Gente como los chavales de los institutos asesinados o que se suicidaron porque no pudieron soportar el acoso escolar, gente como los presos sin rehabilitar de los últimos años de las cárceles franquistas, gente como los enfermos de VIH que, estigmatizados, tuvieron que refugiarse en mil mundos menos en el nuestro. Gente que, con toda la pasión del mundo, vivieron su vida como pudieron y no como quisieron.

Y también la gente que, ahora, no vemos, pero que están ahí. Esperando que un grito de libertad cruce su calle, su barrio, su pueblo. Moverse en un ambiente indiferente es cómodo, bramar contra una bandera arcoiris también, pero las dos son igualmente absurdas y profundamente injustas.

Sólo cuando nos hemos atrevido a salir a la calle, tal y como sómos, todos y todas, siempre tal y como somos, sólo entonces, ha sido cuando hemos avanzado. Por eso reivindico mi día del orgullo y declaro mi admiración a quién por mostrarse tal y como es, se arriesga a pagar un alto precio (aun hoy), para que otros puedan seguir despotricando y tocándose los cojones desde el sofá de su casa.

Y lo seguiré haciendo, porque prefiero mil veces mil plumas y mil locas, que un millón de apolillados y apollardados señores serios cuya versión de la igualdad es vestir de marca mientras piensan que, las locas, mejor en sus casas, para que nadie las vea.

Por suerte para todos, también para ellos, los que así piensan siguen siendo minoría.

Afirmo que en este día, en estos desfiles, muestras de color y música chirriante, son el mayor grito de libertad. Y afirmo que grandes y benditos son los que, sin miedo más que a llegar tarde, han sacado sus banderas y pancartas todos los 28 de Junio.

Queda mucho por hacer, pero hoy... tantas gracias a todos, feliz orgullo.