domingo, 23 de septiembre de 2018

Cómo pillar a un embustero en dos pasos

La importancia del discurso reside en saber si realmente tienes discurso o si lo que has hecho delante de toda esa gente es tan solo un ejercicio teatral destinado a, una vez más, llevarte su confianza y salir corriendo. En ambos lados de esta cuerda hay ejemplos para todos los gustos, marcas o personas que sí tienen un discurso pero no saben cómo transmitirlo y actores profesionales a los que se les pilla enseguida. Por eso es tan importante la escenografía para unos y otros y en esa puesta de largo, hay que atender no sólo a lo que dice, sino también a lo que no ha dicho.

En las mejores historias que nos contaron en los cines, en los libros o en cualquiera de las leyendas de fantasía que escuchamos de pequeños, la diferencia entre la realidad y la ficción estaba o bien al principio de la historia o bien al final. Para ser más exactos, antes del comienzo y/o después del final.

Si trasladamos ésto al mundo de cualquiera que esté de cara al público (publicidad comercial o comunicación política) deberíamos considerar la historia que nos están contando como un marco fijo, como una "foto finish", en la que pretendan que centremos nuestra atención. De esa cobertura se encargan ciencias tan loables como la oratoria, la retórica y otras que tantas luces han dado a la historia del parlamentarismo o de la comunicación visual. Es lo que llamamos el discurso.

Pero las personas que trabajamos en el mundo de la comunicación de manera profesional preferimos otro término, uno que engloba, además de la imagen que nos están proyectando, al antes y al después de la escena de la que estamos siendo testigos privilegiados. Es lo que llamamos el relato.

Por eso, si quieres pillar a un embustero en el mundo de "lo público" tienes las herramientas necesarias para hacerlo, sólo te hará falta una dosis de paciencia. Para empezar comprueba qué es lo que antes de esa campaña o discurso han hecho, basta con investigar un poco en las redes o en las hemerotecas para ver si lo que te están contando ahora tiene concordancia con sus pasos anteriores. Ésta es la parte fácil porque tenemos la costumbre de guardarlo todo y si no es en la red, las bibliotecas están llenas de referencias comerciales y políticas de las que puedes hacer uso... y gratis.

Por ejemplo, una marca que jamás a tenido presencia en redes sociales y que de un día para otro se lanza a la conquista de todas las plataformas no tendrá una credibilidad sostenible en términos de transparencia comercial. Sobre todo porque esa práctica no suele ir acompañada de RSC (Responsabilidad Social Corporativa), balance de cuentas públicas o un código de suministros que atienda a las normas internacionales de comercio justo. En la parte política, un candidato que no haya dado palo al agua en su vida pero que en su ejercicio de "transparencia" publique en su agenda hasta las citas con el médico tendrá mas bien poco que ofrecerte. A groso modo, pero son casos que todos conocemos porque la actualidad nos los pone en bandeja con, creo yo, demasiada frecuencia.

La parte complicada es la del "después", es decir, si habiendo concordancia entre el antes y el ahora, podemos confiar en que cumplirán con lo que nos están ofreciendo, ya sea un "nuevo producto" o un "nuevo plan de parques y jardines". Ésto solo lo veremos con el tiempo, de ahí que os indicara tener paciencia.

Sin adelantarnos, podemos fijarnos en el ahora, o sea, en el discurso. En ese marco fijo o "foto finish" donde centrar nuestra atención. Porque un buen discurso tiene, sin duda, unos puntos esenciales que relataré en un próximo artículo, pero que podríamos resumir en tres: atención, duda y emoción.

Si quien quiera que sea que te esté hablando consigue captar tu atención, que pienses aunque sea por un instante en lo que te está contando y finalmente produce en ti alguna emoción (ya sea de aprobación o rechazo) habrá salido victorioso de la conversación que mantiene contigo.

La confianza, de lo que va todo esto, es un ejercicio personal e intransferible (como el DNI) y todos la basamos en parámetros que tienen que ver con nuestros recuerdos, nuestra intimidad y nuestras aspiraciones. Sobre todo en las dos últimas porque, habitualmente, son las más inmediatas. Lo que quiere decir que pecamos en demasía de poca memoria.

Así es que si quieres pillar a un embustero no pierdas el hilo del relato. De los discursos ya nos encargamos los que nos ganamos la vida escribiéndolos.

sábado, 15 de septiembre de 2018

La importancia de ser diferente

Cuando la historia parece que se vuelve a repetir, me ha parecido oportuno rescatar para vosotr@s este artículo en el que hablaba de lo esencial que es el respeto a las diferencias, sean las que sean. Desde hace poco en España y de una manera completamente irresponsable diversos responsables políticos se han apropiado de un mensaje muy peligroso para la convivencia en nuestro país. Me preocupa, porque han dejado de lado la vanguardia y modernidad por, sólo, un cálculo de escaños en las Cortes Generales. Será lamentable que pierdan en su apuesta, porque entre el original y la copia, siempre se escoge al original y la traducción de esto es que el fascismo entrará con siglas propias en las instituciones españolas, como ya lo ha hecho en otros países de nuestra querida Europa.
Aún queda tiempo para recapacitar. Hasta entonces este artículo sirvió de aviso entonces y espero que ahora también:
"En estos días en que el mundo parece que se viene abajo, que la economía está mal (como si hubiera estado bien alguna vez) donde siguen las guerras, el hambre, la violencia y el sufrimiento de tantas personas, hay que pararse un momento, mirar alrededor, respirar profundo y dar un paso más para terminar con todo lo anterior... porque siempre será buena idea dejar atrás el dolor. Han sido los poderosos, los que desde sus poltronas de dinero estafado han decidido quienes formaban parte de la élite y quienes no. Su cruel variable espartana seleccionaba a los mejores de cada casta, de cada casa, de cada familia y dejaba al resto atrás, en el pozo, en la miseria del olvido.
El objetivo estaba claro: señalar al considerado diferente del normal, ensañarse con el distinto para cercarlo, apartarlo y, por último... eliminarlo. No hay mayor indecencia que una sociedad que excluye a sus semejantes.
Las mujeres, los pobres, los gays, los de otro credo, los de otra raza, aquellos que pensaban diferente o los discapacitados. Daba igual siempre y cuando estuvieran lejos, callados o muertos.
Las tornas cambiaron y poco a poco hemos podido comprender que una de las mayores riquezas de las que disponemos en este planeta es precisamente la existencia de las diferencias, aquellas que en lugar de alejarnos verdaderamente nos acercan a componer el gran mosaico que es la humanidad y que compone la más compleja y pura de todas las sociedades conocidas.
La vida es sagrada y ninguno de nosotros nunca más podrá dar marcha atrás, porque hemos conseguido barrer del pensamiento más actual la lacra de la vergüenza de ser distinto; ahora los diferentes son ellos, los que nos daban la palmada en la espalda, los que nos miraban por encima del hombro, los que nos perdonaban la vida con una sonrisa.
Ser distinto sigue siendo un reto, porque la igualdad de las leyes que nos hemos dado aún no ha calado en lo más profundo de la ciudadanía, pero lo hará. Ser distinto y reconocido como tal es hoy el reclamo que hemos de hacer todos para recordarnos que ese camino del principio está aún por andar. No usemos ninguna excusa para olvidarnos de quien nos necesita.
Ser diferente es hoy garantía de atención y aún mas importante... es un símbolo a la dignidad del ser humano, porque son los diferentes los que enlazan a nuestro mundo con la justicia, la prosperidad y el bienestar.

En estos días, en estos tiempos, a todos vosotros, a todos los diferentes... gracias."
Publicado en "La Opinión" el 27 de Noviembre de 2010. Y AQUÍ EL ENLACE.