martes, 24 de noviembre de 2015

Unidos contra la cleptocracia

La izquierda gobernará Portugal después del intento fallido de la derecha de agruparse en una coalición, que conquistara la mayoría de la Asamblea Nacional. La estrategia de vender los logros del sacrificio de la inmensa mayoría de la ciudadanía portuguesa, no le ha servido a los conservadores para retener el gobierno. Sin embargo, éste no es el componente esencial de la vuelta al poder de la izquierda.

Cómo en España, Portugal mantiene en diferentes formaciones políticas a Socialdemócratas, Socialistas, Ecosocialistas, Comunistas y esa nueva filosofía llamada "Altermundismo". Cómo en España, las diferencias entre todas estas corrientes de la izquierda son irreconciliables, porque están basadas en las eternas diferencias de sus líderes, enquistados en peleas que atienden mas a pullas personales que a insalvables variables políticas.

Pero en Portugal, no como en España, aprendieron pronto de la unidad total e indivisible de la derecha lusa. La unidad que se fraguó en 2010 ante el desmoronamiento de las finanzas públicas, basadas en el comercio y sector exterior, puesto que es un país pequeño, casi insignificante, en casi todos los índices. La misma unidad que matrimonializó de facto a toda la derecha política con la banca, la patronal y gran parte del star-system (sobre todo deportistas de élite y figuras de la universidad).

De inmediato se pusieron en marcha todas las recomendaciones de la troika, cuyos resultados, muchos de nosotros desconocemos, a pesar de ser el país vecino. Para que os hagáis una idea, los recortes que hemos sufrido aquí, son una broma infantil comparado con lo que han tenido que pasar los portugueses. Alzas semestrales de los transportes públicos, pago en metálico de los servicios sanitarios, disminución del profesorado en todos los tramos de la enseñanza, despido masivo del funcionariado, desmantelamiento del tejido industrial a través de particiones y privatizaciones, aumento al 23% del IVA, elevación desmesurada de combustibles y electricidad, por poner solo algunos ejemplos gráficos, todo ello con cargo a la deuda pública.

Los primeros en tomar la calle fueron los sindicatos, en una movilización total de sus cuadros. Por decirlo claramente, los sindicatos tomaron (de nuevo, por fin) conciencia de clase y se lanzaron a la calle hasta la extenuación, semana tras semana, mes tras mes, en todas las grandes ciudades portuguesas se podía constatar la presencia sindical. Tras ellos, llegaron los artistas e intelectuales, que comenzaron a dar alas al discurso mas contestatario que se recuerda en la historia portuguesa desde los Claveles del 74. Los medios de comunicación, abrumadoramente escorados a la derecha, no pudieron frenar la porosidad que produjeron los pronunciamientos de, por ejemplo, las referencias mundiales del Fado, Sancta Sanctorum  de la identidad nacional.

Así pues, solo faltaba el ritmo paralelo del espectro político que, al contrario de los que muchos habréis podido leer en nuestros disciplinados medios, tenía claro desde hacía mas de dos años que irían juntos (pero no revueltos) a unas elecciones para tumbar a la coalición conservadora. Y lo dijeron siempre de forma clara en cuantos foros pudimos verlos públicamente. Sirva como muestra un botón: Jeronimo da Sousa, indiscutible líder del comunismo portugués desde hace décadas, apoyó con sus diputados al Socialista Antonio Costa sin contrapartidas, el objetivo era desalojar a la cleptocracia y ante eso, no cabían ambages.

El resto, como se suele decir, es historia conocida. Costa será primer ministro y Cavaco Silva pasará a la historia por ser el Presidente mas nefasto, partidario y vergonzante de la historia reciente. Me alegro por nuestros hermanos del otro lado de la frontera, que verán como, por fin, se pone coto a la política suicida (al llamado austericidio) que ha sumido al país vecino a la miseria mas odiosa que ha vivido occidente, la que se impone por decreto-ley.

Força, os melhores cumprimentos e muitas saudades. Viva Portugal.