domingo, 15 de abril de 2018

Julieta... qué grande eres

Hace poco, leía en una publicación de un perfil de Instagram, la opinión de que nuestra famosa Julieta, la fatídica protagonista de la obra firmada por William Shakespeare, situada sin embargo en nuestros tiempos, no hubiera optado por el suicidio sino que habría dado por concluido ese capítulo de su vida gracias a "los valores de autonomía y libertad vigentes", y que "seguramente se lo hubiera pensado dos veces y hubiera buscado un nuevo Romeo".

Después de leer esta desoladora afirmación no pude mas que preguntarle al autor el por qué de su reflexión y me contestó: "Quizás no creo en el amor eterno y duradero, en cuentos que nos hacen creer en un capricho quinceañero".

Si nos situamos en la Italia del siglo 16, que es cuando transcurre la obra, hemos de tener en cuenta otros factores que no son precisamente el amor adolescente. Leamos con un poco mas de profundidad y vayamos al escenario de la obra, que no es otro que un mundo que está cambiando a velocidad vertiginosa. La Europa que conocieron Romeo y Julieta es un continente en descomposición y en el que los intelectuales de su actualidad intentan, a través de sus creaciones, poner de relevancia otros valores hasta el momento denostados, el primero de ellos, el humanismo ligado a la libertad individual.

Por hacer solo un apunte, en aquellos años Europa se desangraba en 3 conflictos intermitentes e interminables. Las guerras de religión entre católicos y protestantes que ocultaban la rivalidad de las potencias por el control del territorio; el cierre total de la frontera de oriente por el ascenso de los Otomanos (lo que supuso un desastre para la economía de los italianos, entre otros de Verona, la ciudad de Motescos y Capuletos); y la competencia por el comercio en América. Podríamos ir mas allá, pero no es el objeto de esta entrada. Lo que sí es evidente es que nuestros enamorados se amaban en un mundo que se estaba derrumbando y que lo único sensato de toda la lectura era precisamente su amor. Una escena que nos lleva a dar un salto de 4 siglos para encontrarnos la misma situación en otra obra mítica, "Casablanca", dónde el amor que viven sus estrellas tampoco perecerá jamás, aunque tengan que decirse adiós. Por eso no creo que la opinión que leí pueda sustentarse.

Desde el comienzo de la historia que nos presenta Shakespeare, todos sabemos sin necesidad de ser muy avispados, que aquello no va a terminar de buena manera, al menos en lo que a los jóvenes se refiere. Pero los dos se rebelan contra esa situación y van superando uno a uno todos los obstáculos que se les presentan hasta llegar a la escena mundialmente conocida (aunque no os hayáis leído el libro es uno de los "spolier" mas comentados de la historia de la literatura).

Y yo sostengo, precisamente, que el amor de Romeo y Julieta no muere con el suicidio de uno en brazos del otro, y que de hecho su muerte es, en efecto, el acto de valentía que ensalza ese humanismo de libertad individual del que os hablaba al comienzo. No se matan porque piensen que nunca mas vayan a amar a mas nadie, o porque supongan que su vida será muy desgraciada sin la compañía del otro. Llegan a esa terrible conclusión porque no hallan otra manera de que nadie les arrebate su amor. Ahí es dónde está la cuestión principal, en conservar para siempre algo que ellos mismos han decidido por encima de imposiciones exteriores, aunque éstas provengan de sus familias y de las normas del momento.

No sé quién encontró una historia de amor leyendo "Romeo y Julieta", yo desde luego no encontré al amor como uno de sus ingredientes principales. Lo que vi es un acto de profunda libertad, sí basada en el amor, pero la excusa podría haber sido otra. Es la libertad, que Shakespeare como otros autores de la época quiso poner de relevancia, lo que destaca en esta tragedia. La libertad de creer en lo que uno quiera, en viajar donde quiera y por supuesto, la libertad de amar a quien uno quiera, aunque sea al heredero de la familia a la que odia tu propia familia. Sí, es amor... pero amor a la libertad.

No creo que la Julieta de hoy en día se hubiera comportado de manera muy diferente a la del siglo 16, solo que quizá en lugar de un doble suicidio, hubiéramos visto una demanda colectiva en la Audiencia Nacional, igual de tremebundo.

La importancia de las tramas secundarias en la construcción de historias de amor está mas que bien reflejada en esta escena de la película "The Mirror has two Faces" de Barbra Streissand, o como la conocimos en España: "El Amor tiene dos Caras".


Una delicia con la que estoy 100% de acuerdo.

En definitiva, amemos, en la forma y el color que queramos, pero siempre en libertad y con toda nuestra pasión. Y a ser posible... sin suicidarnos ;)