miércoles, 26 de septiembre de 2012

Yo me culpo


Siempre me he sentido orgulloso de pertenecer a la familia socialista y en estos días, mucho más. Porque en estos días he podido comprobar como varios compañeros tuvieron la valentía y el coraje de impedir la celebración de un acto en la Universidad Pública dónde estaban presentes la mayoría de las instituciones de la Región.

Su actuación es el fruto de la irresponsabilidad y la ineptitud de todos aquellos que portaban birrete, corbata, premio y bandera. Su indignación, su alboroto y sus gritos son el resultado del fracaso de quiénes están al frente de esas instituciones presentes en el acto.Cuando en estos días se señala con el dedo acusador a los jóvenes que impidieron la celebración del acto de apertura de curso académico en la Universidad Pública, se actúa como un cobarde y un miserable al identificar la inestabilidad de nuestra sociedad.

En aquel momento, los más comprometidos, tuvieron el arrojo de decirle cuatro verdades a la cara a los allí presentes. La primera es que cientos de estudiantes no podremos pagar las matrículas y por tanto estamos expulsados del sistema público de educación, miles serán los que tardarán más años en terminar sus estudios por la misma razón (a mayor precio, menos asignaturas por año). La segunda es que la Universidad Pública ha de jugar el papel que le corresponde, baluarte de libertad en un espacio de opresión (con el despido de trabajadores y la expulsión de estudiantes la Universidad Pública no crece, se empobrece) y el Rector ha de ser el máximo defensor de este parámetro. Tercera, qué quiénes firman los decretos, por los cuáles la Universidad Pública se empobrece y decrece (expulsando a estudiantes, investigadores y trabajadores), en una deliberada operación para primar la educación privada con el desvío de recursos (leánse los presupuestos de la CARM), no son bienvenidos en la propia Universidad. Cuarta, que todos somos universidad y es, por tanto, objetivo irrenunciable y compartido que su futuro sea mejor todos los días, algo que no sucede desde hace tiempo.

Se impidió que se celebrara un acto de apertura, porque no hay nada que celebrar. No existe ni una sola razón de peso por la cual celebrar ni premiar nada, no son tiempos de florituras, ni de congratulaciones, ni de felicitaciones.

Celebraremos los socialistas, con el rector, el consejero y perico el de los palotes, cuando no haya colas de miles de familias a las puertas de cáritas para poder comer todos los días. Celebreremos los socialistas cuando ni una sola familia sea expulsada de su casa por un banco plagado de ladrones que llenaron sus bolsillos a costa del trabajo de la gente humilde. Celebraremos los socialistas cuando, en la Universidad Pública, los estudiantes puedan terminar sus estudios con dignidad, sin tener que renunciar a nada, porque es un sistema de calidad docente y de calidad humana.

Hasta ese momento, los socialistas, ni pensamos callarnos, ni pensamos dimitir. No estamos ni conformes ni resignados y seguiremos denunciando, a todo volumen, cuántas situaciones nos parezcan abusivas, injustas e inhumanas. Es nuestra tarea, es nuestro deber.

Aviso a navegantes, si la Universidad Pública, obligada como todos sabemos por el Partido Popular, intenta manchar el expediente académico de uno sólo de los estudiantes, seremos muchos los que llenaremos ese saco. Me acusaré formalmente donde proceda de haber participado en todas y cada una de las protestas.

Y digo más, en ese momento espero que la totalidad de miembros del PSOE en cualquiera de las instituciones públicas, empresas públicas, entidades y demás estructruras de la Región de Murcia, se autoinculpe también y presente su renuncia. No tenemos nadie con quién diálogar delante de la mesa, así pues, volvamos a la calle, a hablar y escuchar a quién, por principio , hemos de defender.

MI más sincera enhorabuena y solidaridad a quiénes, en tiempos difíciles, sabéis tomar decisiones y afrontarlas, sois el motivo por el cual sigo militando y votando socialista.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Pobre Universidad (II)

Quiénes en días anteriores, precipitaron la suspensión de los actos de apertura del curso académico, en presencia de la plana mayor de las autoridades en sus respectivos territorios, también forman parte de la universidad pública. Se olvida el Profesor Pozuelo, en su apasionado análisis y conclusión, que el foro que con tanto cariño recuerda en los tiempos pre-democráticos, nada tienen que ver con los que actualmente vivimos.

Si bien es cierto que no puedo más que coincidir en que la universidad pública ha de ser un espacio de libertades, de debate y conciliación de posturas en principio divergentes, no es menos cierto que la universidad ahora, no es eso, ni mucho menos, y que el modelo que ensalza, como decía, no se parece al que da por hecho en su artículo de opinión. Opiniones tenemos todos y en la universidad, todas son igualmente válidas. Siempre y cuando tengan las mismas posibilidades de difusión y debate. Me temo que no siempre ha sido así.

No voy a cargar tintas contra el equipo rectoral, más de lo que ya lo hice en tiempos pasados, pues como representantes últimos de la universidad pública, buena cuenta tienen que dar de la gestión que hacen de los recursos públicos y de las aspiraciones de miles de personas que con esfuerzo, mucho esfuerzo, amplian su formación académica, alumnado y profesores, y que, trabajando con dedicación impagable, hacen que vivamos en un mundo mejor.

La situación que vive ahora mismo la universidad pública es responsabilidad de todos, en primer lugar de un gobierno que no cree en las oportunidades de todos, menos aún de los hijos de los obreros. Y también de los que día tras día, gestionan la vida en la universidad, equipo rectoral incluído.

Sin desmerecer ni poner en tela de juicio los argumentos de respeto y crítica legítima, si quiero en cambio volver la vista a quiénes, en una situación de completa desesperación no pueden, repito, no pueden, hacer frente a las aspiraciones que mencionaba anteriormente. Y no pueden porque tienen que pagar unas matrículas inasumibles o porque sus horarios laborables ya no representan unos salarios si quiera aceptables.

Alumnos, personal de investigación, administración y servicios, y profesores sin cátedra también somos universidad, también participamos de querer un futuro mejor y también estamos indignados con situaciones injustas, la primera de ellas y sin duda la más importante, la que antes he descrito, el fracaso de un plan de vida porque la clase dirigente cercena cualquier atisbo de mejora.

No es pues, de recibo, despacharse con regusto a grito de "mamporreros" contra quiénes sí se han plantado y ofrecido su total resistencia a un panorama desolador. Porque otros, en cambio, siguen firmando lo que les llega de San Esteban, acuden a actos de apertura o son jurado de premios, y en base a esto deberá ser cierto que no todos podemos tener una cátedra, pero también deberá ser cierto que todos podemos  hacer con dignidad nuestro plan de vida.

Señalar con el dedo a los débiles que gritan por su futuro, y hacerlo desde la seguridad de un sueldo vitalicio, sin fijar la vista en los causantes de su malestar, dice más del viciado aire de los despachos que del aire fresco que se respira en la calle. Hay que salir más a pasear.

viernes, 21 de septiembre de 2012

No tengo derecho a la universidad pública

La ausencia de clase dirigente me lleva a pensar y escribir estas líneas tan duras, pero que quiero acompañar con una propuesta final.

El curso ha comenzado y aquello que debía ser una etapa de ilusión, por estar tan cerca de terminar mi carrera universitaria, se ha convertido en una carrera pero de obstáculos, los económicos.La subida de tasas universitarias y las restricciones que el gobierno ha puesto para acceder a una beca me sitúan, virtualmente, fuera del sistema educativo superior.


La actitud mostrada por el gobierno del PP, de soberbia ideológica sobre todo lo que huela a libertad y progreso, y de los rectores de las universidades españolas, que en su gran mayoría han firmado las órdenes que aplican estos recortes, es la consumación de una universidad elitista, que estará formada no por los mejores del sistema, sino por los que, pagando, puedan demostrarlo.

Hoy, muchos han sido los que, en un acto de rebeldía pacífica, han interrumpido en los actos de celebración de apertura de curso académico en universidades públicas de toda España. Y me alegro de que haya sido así. También en mi tierra, en Murcia.

El rector de la Universidad de Murcia, como otros muchos, se ha jactado de estar en contra de una reforma de las normas (tasas y becas) impuestas por el PP y su mayoría absoluta. Pero el rector olvida alguna cuestión de recorrido.

Lo primero que obvia el rector de la primera institución educativa de la Región, es que es precisamente eso, la cabeza visible de un lugar tan importante que acoge al trabajo y formación de decenas de miles de personas (aprox 40 mil entre estudiantes, profesores, personal administración y servicios, becarios, empresas asociadas, empleos indirectos, etc) y que su postura ha de estar a la altura de posición.

Es la única persona en la Región de Murcia que puede decir un rotundo NO al Gobierno de Valcárcel, y puede negarse a firmar nada que expulse a los alumnos de la universidad pública, o en su defecto, utilizar la autonomía universitaria reconocida en la Constitución para encarar batalla abierta contra este tipo de políticas. No lo ha hecho, y motivos tiene.

El único motivo por el cual se permitió su ascenso fue que hiciera de la UM un remanso de paz, y no un foco de conflictos como ahora está sucediendo. Habiéndo fracasado en su único encargo no le esperan más grandes lides en esta Región, a no ser que le fichen de Consejero, no faltan precedentes.

Es personal, totalmente personal, porque van contra mi persona, aquellos que por acción u omisión, desde las responsabilidades públicas permiten que no pueda terminar mis estudios en la universidad pública (o que otros los empiecen), dicho más claramente, no tengo derecho a estudiar porque no tengo dinero.

Lo cierto es que, como dicen en Cuba, me suda el mango que me acusen de destructivo, pero aún así lanzo una propuesta abierta a las autoridades universitarias, para que demuestren su efectivo compromiso del que tanto se pavonean:

En el uso amplio y extenso de la autonomía universitaria, que se comprometan a no cobrar más que el primer plazo de matrícula, hasta que esta situación abusiva e injusta revierta y haya un cambio de política.

Y atentos, porque legalmente, pueden hacerlo.