jueves, 6 de noviembre de 2014

Socialismo es libertad, la mía también.

Ahora que todo se sabe, ahora que todos conocen cual es la realidad política del país, con datos publicados, puedo hacer una reflexión sin temor a que me lleguen los típicos argumentos de siempre que intentan rebatir  hechos objetivos.

Desde la honestidad y sinceridad mas profundas, pensarse a sí mismo, es el reto de cualquiera que de alguna forma a contribuido al espacio público, es pues un ejercicio de responsabilidad. Pensarse en el lugar que le es mas útil a los fines que persigue, sabiendo que por muy altas o leales sean las ambiciones personales de todos y cada uno, no todos servimos para todos los propósitos y que hay personas mejor preparadas que uno mismo. Una máxima que reza "Siempre hay alguien mejor que tu".

Teniendo esto claro, siempre pensé que en la política estaba la vía para mejorar las condiciones de vida de las personas que tenía cerca, y también las mías propias. La libertad a la que tanto tiempo aspiraba y que tan solo a través de la lucha y la protesta continua y descarnada, a corazón abierto, conseguiría derribar los muros que otros levantaron con las piedras del miedo, de mis propios miedos, de los de todos vosotros.

La política, entendida como la acción conjunta de la ciudadanía, no pasaba de manera exclusiva por la militancia en un partido político. Todo eso vino después. La política empezó en mí denunciando las deplorables condiciones en las que se encontraba el Instituto de Educación Secundaria dónde cursaba mi formación esencial, en una Asociación de Alumnos integrada en el Sindicato de Estudiantes y fue después, cuando creí necesario y apropiado ingresar en las filas del Partido Socialista Obrero Español, porque era la formación ciudadana que se había comprometido firmemente en esos años, con los fines que yo mismo perseguía, la Educación de Calidad, la conservación medioambiental y el pacifismo mundial.

Esas fueron mis raíces y las sigo reivindicando. He considerado siempre y lo sigo haciendo ahora, 20 años después, al Partido Socialista Obrero Español, un instrumento en el sentido mas liviano de la palabra, un mero instrumental al servicio de la sociedad, es decir, un elemento prescindible que como todos los demás, cuando no da mas de sí puede desecharse. Cualquier otro pensamiento que no fuera ese, es decir, considerar a una organización por sí misma indispensable, por muy voluminosa que sea su historia y su trascendencia, sería pensarla por encima de la propia ciudadanía, algo contra lo que siempre he luchado. Nada hay por encima de la vida y de la propia existencia personal.

Así pues, me quedó claro que el activismo político no está solo en un partido, por muy importante que éste haya sido. Y estuvo claro también en mi caso defendiendo durante 10 años los derechos de las personas LGTB. En esos años muy duros cuando incluso desde las filas del PSOE se nos daba la espalda intentando consolarnos con una ley de parejas de hecho, negando la realidad de tantas y tantas familias. Tuvieron que morir muchos compañeros y compañeras para que nos diéramos cuenta, también en este partido, que legislar y actuar es solo cuestión de voluntad política. Fue también el activismo político lo que me llevó a la vida institucional, siendo el último presidente socialista de los jóvenes de mi comunidad autónoma.

Y como yo, la mayor parte de la sociedad, que piensa que los partidos son eso, instrumentos. Y por tanto no consideran a un partido político como si fuera un equipo de fútbol, los que se comportan al contrario son los que ahora señalan a otros como populistas. Reír por no llorar.

Esta ha sido la última pifia de la clase dirigente, agarrarse a las siglas para sacralizarlas y no entender que la política ha cambiado y ellos no. Quiero recordar que ya fuimos algunos, a finales de los años 90 los que, en la izquierda, reivindicamos listas abiertas, proporcionalidad del voto para una mejor representación o comunicación horizontal en el seno de los partidos y para con la ciudadanía. Nada de eso se hizo, porque era "populista". Ahora los mismos son los que se han apuntado el tanto poniéndolo en marcha ante el auge de otras opciones que les comen el terreno.

Ahora puedo decir con libertad que se me ofreció en su día ir en puesto de salida como cargo público, por su puesto dije que no, porque sabía que tendría que atenerme a unas normas que no tolero, la disciplina cuartelera propia de un cuerpo uniformado. Nunca, como ya he dicho, creí en eso como forma de hacer política, tampoco ahora.

La política seguirá cambiando, y nos encontraremos no a mucho tardar, con candidatos arropados, pero no propuestos, por partidos políticos, al mas puro estilo de Estados Unidos. Y que será entonces cuando se confirme en este país que el voto es, como debe ser, un ejercicio de fe ciega en una persona, la que te va a representar durante lo que dure una legislatura.

Los partidos deben ser un movimiento ciudadano, hacerlos parte de la clase dirigente los vincula directamente a las esferas de poder que escapan del control de la propia ciudadanía. Trabajaré por ello donde me corresponde, donde he querido hacerlo siempre.

En la calle y con la gente. Soy socialista.