lunes, 22 de diciembre de 2014

Universidad rentable

En la brava batalla por la financiación, que volvemos a ver en los últimos años a finales de ejercicio fiscal, la universidad pública se mantiene viva con respiración asistida.

El modelo de financiación que manejamos en la mayoría de los estudios de la OCDE, entre los cuales se encuentra España y sus 50 universidades públicas, utiliza la tosca variable de dividir el total del presupuesto asignado a la universidad entre el número total de alumnos que acoge cada año. Una operación tan burda como explicar la rentabilidad de una explotación ganadera (salvando las distancias) dividiendo el pienso comprado entre las cabezas que tiene el propietario de las vacas.

No hay que pedir perdón por el ejemplo, puesto que es éste y no otro el esquema que manejan las Administraciones Públicas desde hace unos años, al dictado de los consabidos recortes que se nos imponen desde fuera. No siempre ha sido así, pero tampoco haré una retrospectiva de la universalización de la educación superior y los campos ganados a la ignorancia. Esa lección está mas que documentada y explicada.

Sí quisiera, en este caso, apuntar que hay un descarado interés ya instalado en los medios de comunicación generalistas por plantear un falso debate: el costo VS rentabilidad de nuestra universidad. Han sido varias las noticias y reportajes dedicados a este ámbito por dos grupos, VOCENTO y PRISA, implicados ambos en diversas iniciativas empresariales para entrar en el mundo de contenidos que se genera desde la universidad. Es decir, con marcados intereses en la desregularización.

Ninguno de los datos mostrados en esos reportajes muestra la diversificación social conseguida por la implantación territorial de la universidad pública, ni tampoco la evaluación generacional, que en términos de progreso global, ha sustituido a una sociedad eminentemente detraída en ciencia e intelecto por una ciudadanía crítica, contestataria y que asume de forma responsable su futuro a medio y largo plazo.

El costo, como en los mejores fondos de inversión, se mide por la renta a años vista, no por el mediocre dato de empleos obtenidos a los pocos meses de sacar la titulación (dónde encontraríamos la paradoja de solo conseguir trabajo si estudias en la privada). Tampoco se mide por los gastos de personal (la madre del cordero), que van cambiando dependiendo de la voluntad política de turno y vimos por ellos que ninguna universidad cerró, es decir, que es variable. El verdadero examen ha de realizarse con la mesura del tiempo y el estudio de cuáles eran los objetivos reales de la institución. La vertebración de la sociedad civil y su empoderamiento son los que, a mi criterio, han de lucharse.

Pero no quiero eludir un aspecto sensible del debate planteado, las tasas que el alumnado paga por las matrículas. El actual gobierno incrementó el techo al que se debía hacer frente por parte del alumnado, dejando fuera del sistema (conscientemente por no implementar al mismo tiempo un sistema de becas equiparable a las rentas) a cerca de cincuenta mil estudiantes en todo el territorio nacional. Mas allá de la concepción ideológica de quién debe estar en las aulas, la barrera de las tasas forma parte de ese falso debate al que antes hacía referencia. Encontramos realidades divergentes, como es las de la laureadas universidades estadounidenses dónde los ya graduados deben a las mismas cerca del billón (con B) de dólares y que éstas saben que no terminarán de cobrar. O el simil de las universidades chinas, ya primeras en los afamados rankings de competitividad, donde ninguna de ellas ha servido en los últimos 25 años para generar espacios de libertad en un país sumido en una de las mas terroríficas dictaduras que el mundo ha conocido. ¿Son pues estas universidades ejemplo de rentabilidad?

En el caso nórdico, las tasas son puramente testimoniales e incluso en el período de estudios, países como Dinamarca asigna un salario a sus alumnos universitarios. ¿Sería este un caso de costo evaluable según los márgenes de la OCDE, la UE o el ranking de Sanghai?. Globalizar un criterio único no viene a ser una tarea titánica, simplemente es imposible, porque la concepción de ciudadanía es diferente en su origen. Yo abogo por la convergencia en un espacio de educación superior que se refleja en iniciativas como la Carta Río 2014, que demanda espacio social y de investigación como inversión de futuro y dónde pienso está la "luz al final del túnel". 

Pero centrándome en las tasas de aquí, las de ahora, hemos podido observar después de dos ejercicios tras su implantación que no han servido ni para solventar los problemas de tesorería de la universidad pública, ni para destinar mas fondos a la investigación de mano de la empresa privada, ya que al elevar tasas pierdes alumnos por curso completo y por tanto ingresos efectivos, además del capital humano que hubieran sido los futuros graduados e investigadores. Un informe del Ministerio de Hacienda del año 2006, elaborado a petición de las autoridades europeas para reflejar en EUROSTAT las medias de la UE, ya alertaba a este respecto que el incremento por encima del 25% del precio total de las matrículas a cargo del alumnado, supondría la expulsión de facto de las aulas de un número indeterminado pero importante de personas, alumnos sobre todo, pero a falta de alumnos ¿porque mantener otro número también significativo de profesores?. Ese informe se guardó en un cajón hasta que Montoro y Wert lo desempolvaron.  

El resto, como se suele decir, es historia conocida. Podéis hilar fino a partir de ahí y llegaréis a jugosas conclusiones. Pero en mi reflexión final quisiera poner el acento en la idoneidad de que, al menos por motivos económicos (que el dinero es de papel) no perder mas cerebros, no hay mas que ver un informativo en televisión para comprobar que no andamos sobrados.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Socialismo es libertad, la mía también.

Ahora que todo se sabe, ahora que todos conocen cual es la realidad política del país, con datos publicados, puedo hacer una reflexión sin temor a que me lleguen los típicos argumentos de siempre que intentan rebatir  hechos objetivos.

Desde la honestidad y sinceridad mas profundas, pensarse a sí mismo, es el reto de cualquiera que de alguna forma a contribuido al espacio público, es pues un ejercicio de responsabilidad. Pensarse en el lugar que le es mas útil a los fines que persigue, sabiendo que por muy altas o leales sean las ambiciones personales de todos y cada uno, no todos servimos para todos los propósitos y que hay personas mejor preparadas que uno mismo. Una máxima que reza "Siempre hay alguien mejor que tu".

Teniendo esto claro, siempre pensé que en la política estaba la vía para mejorar las condiciones de vida de las personas que tenía cerca, y también las mías propias. La libertad a la que tanto tiempo aspiraba y que tan solo a través de la lucha y la protesta continua y descarnada, a corazón abierto, conseguiría derribar los muros que otros levantaron con las piedras del miedo, de mis propios miedos, de los de todos vosotros.

La política, entendida como la acción conjunta de la ciudadanía, no pasaba de manera exclusiva por la militancia en un partido político. Todo eso vino después. La política empezó en mí denunciando las deplorables condiciones en las que se encontraba el Instituto de Educación Secundaria dónde cursaba mi formación esencial, en una Asociación de Alumnos integrada en el Sindicato de Estudiantes y fue después, cuando creí necesario y apropiado ingresar en las filas del Partido Socialista Obrero Español, porque era la formación ciudadana que se había comprometido firmemente en esos años, con los fines que yo mismo perseguía, la Educación de Calidad, la conservación medioambiental y el pacifismo mundial.

Esas fueron mis raíces y las sigo reivindicando. He considerado siempre y lo sigo haciendo ahora, 20 años después, al Partido Socialista Obrero Español, un instrumento en el sentido mas liviano de la palabra, un mero instrumental al servicio de la sociedad, es decir, un elemento prescindible que como todos los demás, cuando no da mas de sí puede desecharse. Cualquier otro pensamiento que no fuera ese, es decir, considerar a una organización por sí misma indispensable, por muy voluminosa que sea su historia y su trascendencia, sería pensarla por encima de la propia ciudadanía, algo contra lo que siempre he luchado. Nada hay por encima de la vida y de la propia existencia personal.

Así pues, me quedó claro que el activismo político no está solo en un partido, por muy importante que éste haya sido. Y estuvo claro también en mi caso defendiendo durante 10 años los derechos de las personas LGTB. En esos años muy duros cuando incluso desde las filas del PSOE se nos daba la espalda intentando consolarnos con una ley de parejas de hecho, negando la realidad de tantas y tantas familias. Tuvieron que morir muchos compañeros y compañeras para que nos diéramos cuenta, también en este partido, que legislar y actuar es solo cuestión de voluntad política. Fue también el activismo político lo que me llevó a la vida institucional, siendo el último presidente socialista de los jóvenes de mi comunidad autónoma.

Y como yo, la mayor parte de la sociedad, que piensa que los partidos son eso, instrumentos. Y por tanto no consideran a un partido político como si fuera un equipo de fútbol, los que se comportan al contrario son los que ahora señalan a otros como populistas. Reír por no llorar.

Esta ha sido la última pifia de la clase dirigente, agarrarse a las siglas para sacralizarlas y no entender que la política ha cambiado y ellos no. Quiero recordar que ya fuimos algunos, a finales de los años 90 los que, en la izquierda, reivindicamos listas abiertas, proporcionalidad del voto para una mejor representación o comunicación horizontal en el seno de los partidos y para con la ciudadanía. Nada de eso se hizo, porque era "populista". Ahora los mismos son los que se han apuntado el tanto poniéndolo en marcha ante el auge de otras opciones que les comen el terreno.

Ahora puedo decir con libertad que se me ofreció en su día ir en puesto de salida como cargo público, por su puesto dije que no, porque sabía que tendría que atenerme a unas normas que no tolero, la disciplina cuartelera propia de un cuerpo uniformado. Nunca, como ya he dicho, creí en eso como forma de hacer política, tampoco ahora.

La política seguirá cambiando, y nos encontraremos no a mucho tardar, con candidatos arropados, pero no propuestos, por partidos políticos, al mas puro estilo de Estados Unidos. Y que será entonces cuando se confirme en este país que el voto es, como debe ser, un ejercicio de fe ciega en una persona, la que te va a representar durante lo que dure una legislatura.

Los partidos deben ser un movimiento ciudadano, hacerlos parte de la clase dirigente los vincula directamente a las esferas de poder que escapan del control de la propia ciudadanía. Trabajaré por ello donde me corresponde, donde he querido hacerlo siempre.

En la calle y con la gente. Soy socialista.


viernes, 12 de septiembre de 2014

La Universidad a la que vuelve Rubalcaba (2ª parte)

El diseño de la universidad española no se hizo para la competición internacional en las listas de los mejores del mundo y mucho menos para producir como salchichas futuros premios Nobel, tal y como últimamente reclama e intenta implantar la derecha española.

De hecho, la universidad española en su época moderna y de plena expansión fue concebida para algo bien diferente. La realidad obligaba a que así fuera, ya que la administración educativa se encontró un solar, que fue el que dejaron épocas pasadas que hicieron mas bien poco que cumplir un expediente vacío de ambición. El primer reto de esos comienzos, primeros años de la democracia, era crear lo mas rápido posible una extensa clase media, y para ello, entre otros menesteres, la ingente inversión para la creación de universidades públicas en todos los rincones del país. Tal cual y a cara descubierta.

El ingreso masivo de las clases populares en las aulas de la universidad española fue la verdadera punta de lanza de la modernización del país, de su expansión comercial y cultural internacional y de los subsiguientes cambios políticos. Basta con analizar las declaraciones y discursos de todos los presidentes del gobierno hasta la fecha, haciendo referencia a las "mejores generaciones formadas", para darnos cuenta de la contundencia con la que la ciudadanía estaba presente en la universidad española, y lo sigue estando.

La especialización llegaría paulatinamente después, en una etapa que todavía no ha concluido y que a mi juicio carece de interés suficiente para todas las administraciones que han pasado por Moncloa. Me refiero, es evidente, a la investigación y ese ya manoseado I+d+i. Por tanto la formación de clases medias era el objetivo primordial, unas clases medias que fueran los sólidos cimientos de un país que se repensaba a sí mismo y que tardaría todavía años en consolidarse en su espacio mas cercano, Europa. Una confluencia ineludible.

La universidad a la que ha vuelto Rubalcaba, dista mucho de ese primigenio modelo que se extendió a la totalidad de las provincias españolas y casi todas sus ciudades importantes. Es una universidad que habla en Europa y en el mundo con voz propia y que es referente internacional en la recepción de estudiantes extranjeros. A lo que hay que añadir un ingrediente que me parece esencial. La universidad española habla, se relaciona e invierte en su entorno mas cercano, se arraiga en la sociedad en la que convive y crea redes de interacción con entidades ciudadanas y profesionales de todo tipo. Es decir, el modelo de inversión en la educación pública es horizontal, igualitario y universal, desciende hasta llegar a todas las capas de la sociedad y no promueve élites excluyentes.

Desde la creación del Espacio Europeo de Educación Superior, la universidad española, como la del resto del continente, está en un profundo proceso de transformación hacia la creación de centros de investigación, que todos los actores implicados ya han manifestado debe pasar a otra fase. Muchos han sido los errores detectados en la implantación del Plan Bolonia, pero ninguno tan grave como el aumento indiscriminado de las tasas que ha expulsado de facto a los mas débiles de la universidad pública, o directamente les ha prohibido la entrada. Otra de las grandes obras del Partido Popular.

Pienso que la línea hacia la que debería caminar la Universidad pública es la indicada por la Carta Río2014, evento recientemente concluido y que reunió a parte de lo mas granado de las universidades iberoamericanas. Este nuevo planteamiento nos lleva hacia un espacio de confluencia social, responsable de su comunidad, integrador y envolvente. Un espacio lejos de la endogamia de la competición permanente que quiere imponer un modelo anglosajón, al que todos sus defensores hacen referencia en pro de "ser algo en el mundo" y ninguno de ellos, curiosamente, a los avances que repercuten en la vida diaria de los habitantes del planeta (avances que son de inmediato patentados y comercializados por compañías internacionales que desconocen el concepto de Responsabilidad Social Corporativa).

Falso es el argumento y craso el error el debatirnos entre los extremos de la excelencia (posibles premios nobel VS justicia social), cuando está mas que demostrado que con una decidida inversión paralela a una responsable política de inclusión, es compatible tener instituciones de referencia internacional en todos los campos del conocimiento que, además, sean accesibles para el común de los mortales. Rechazo la necesidad de elección, como si estuviéramos en una selva salvaje en la que impera el sentido de la supervivencia, cuando el sentido de la educación pública es bien distinto.

José Luis Puerta, que firmó el artículo publicado por El País el pasado 3 de Septiembre, obvió decir que, además de otros méritos, también fue el Director General de Educación en el primer gobierno de José María Aznar. Quizá sea esa la inspiración que ha recibido a la hora de denostar la universidad a la que ha vuelto Rubalcaba.

Julio López Guillén es Historiador del Arte por la Universidad de Murcia (Presidente del Consejo de la Juventud de la Región de Murcia 2004-6, ex-asesor de la Portavoz socialista en la Asamblea Regional de Murcia y militante del Partido Socialista Obrero Español). @juliolpzguillen

viernes, 17 de enero de 2014

Los cobardes se afilian al PP

La supresión del Consejo de la Juventud de la España por parte del gobierno del Partido Popular tiene un objetivo muy claro, que todos conocemos, pero que implica una torpeza doble.

La motivación, más que conocida, es que el PP, a través de su organización juvenil, Nuevas Generaciones,  lleva chupando banquillo en los órganos de gestión y control de casi todos los Consejos de Juventud, también el estatal, durante décadas. El por qué de este ostracismo es una decisión unilateral de las propias políticas del PP, ellos no creen en la participación abierta y democrática de las plataformas y redes sociales y lo dicen abiertamente. En lo que sí creen es en controlar los espacios públicos. Dado que los Consejos de Juventud son quiénes ocupan estos espacios en diversas materias, la única opción para ocuparlos es, directamente, eliminar los Consejos, como el CJE.

La torpeza, como decía, es doble. De un lado se hace un flaco favor a las políticas de juventud y participación, esenciales en la formación de ciudadanos modernos, y por tanto, en la solidez del Estado que tanto dicen defender. De otro lado, que nadie piense que las organizaciones juveniles representadas en los Consejos de Juventud dejarán de organizarse porque el CJE desaparezca. Todo lo contrario, lo seguirán haciendo, pero sin el paraguas de la Administración Pública, y por tanto, radicalizarán su mensaje puesto que las sitúa en la situación original de hace 30 años, en la lucha por su reconocimiento como interlocutores válidos y vertebradores de la sociedad, buscando, de nuevo, su implementación en las políticas públicas como Entidades de Utilidad Pública en su conjunto, como ya lo son otras plataformas. 

Estamos pues ante otra involución de las políticas de Estado, ante una insultante y carente falta de visión por parte de quiénes tienen la potestad de gobernar para todos y que, una vez más, lo hacen tan sólo hacia sus propios intereses. De aquí a no mucho tiempo, veremos como en lugar de una visión plural y coordinada de las actuaciones públicas en materia de juventud, tendremos sobre la mesa la opinión sesgada y parcial de una sola de las partes, la del PP. Y consiguientemente veremos como los contratos públicos de millones de Euros que consolidan la integración laboral, social y cultural de millones de jóvenes son gestionados por empresas amigas del partido del gobierno, dirigidas por los directivos de Nuevas Generaciones, tiempo al tiempo. ¿O es que alguién pensó realmente que habrá reducción presupuestaria?

Destapada pues la vergüenza insomne de esta panda de inútiles que solo respetan una chequera, hagamos un poco de memoria y veremos cómo hemos llegado aquí. Si es esta una decisión política, también lo fue en su momento, no dotar al CJE (y otros Consejos de Juventud de Autonomía por ejemplo) de leyes que blindasen su responsabilidad, funciones y atribuciones legítimas ganadas después de muchos años de reivindicación en la calle y en los despachos.

Y esa responsabilidad anterior, pedida hasta el hartazgo, corresponde a la totalidad de fuerzas políticas que no quisieron legislar en su momento. Los ahora sentados en los bancos de la oposición del Congreso de los DIputados, no quisieron hacer este ejercicio que la Comisión Permanente del CJE casi les suplicó, porque se sabía (como se sabía en otros casos como el de la Región de Murcia con la Ley de Juventud de 2007 que hizo exactamente lo mismo) que lo que no se podía ganar en las urnas de las Asambleas del CJE, se ganaría en una Ley aprobada por las mayorías absolutas. Realmente asqueroso.

Mucho tendrá que cambiar la izquierda y la socialdemocracia su visión de las plataformas y redes sociales, porque en este momento su posición es muy ambigua en torno a esta legislación. Como en tantos otros temas, los que sí creemos en la participación directa de la ciudadanía en el gobierno, los esperamos con los brazos abiertos, aunque lleguen, una vez más, tarde.

Dicho esto, que había que decirlo en honor a la verdad, quiero resaltar que la responsabilidad es de quién firma esta actuación, esta legislación, es del Partido Popular, de su visión retrógrada y ancestral según la cual los y las jóvenes somos mano de obra barata, trozos de carne a los que hay que sacarles el jugo para que trabajemos como cabrones en las empresas que no pagan sus impuestos pero que hacen circular sobres por la sede de Génova, ante la impávida mirada de la judicatura.

De esta tropa de inútiles y amebas sensoriales no podemos esperar más que su mano en nuestros bolsillos, por lo que no cabe mas que organizarse ya en otras estructuras que nos lancen, como ya hicimos hace mucho tiempo, hacia la consecución de políticas públicas respaldadas en el artículo 48 de nuestra Constitución.

Los poderes públicos promoverán las condiciones para la participación libre y eficaz de la juventud en el desarrollo político, social, económico y cultural.

Esto es Ley, y lo demás saqueo y expolio de una generación llamada a gobernar este país. Ser valiente en el servicio público significa descentralizar, delegar y repartir las atribuciones...lo contrario tiene un nombre, cobarde, y todos ellos, están en el partido del gobierno.

No nos callarán, fuerza y salud.
ExPresidente del Consejo de la Juventud de la Región de Murcia.