martes, 4 de noviembre de 2008

Dice Iñigo Saez

Aquellos monárquicos con sus locos cacharros

En España no hay ni de lejos una mayoría de gente a favor de la vuelta de la República. Sencillamente, no está entre las prioridades de la gente. No condiciona el sentido del voto ni está habitualmente en las conversaciones de los bares. En España si no se habla de algo en los bares, es que no existe, es muy minoritario o es un tema que resulta incómodo.

Sin embargo, a veces parece que los monárquicos, los pocos que hay, están empeñados en que ocurra lo contrario. Es lo que me vino a la cabeza al leer en La Vanguardia la crónica firmada por Mariángel Alcázar. La periodista es una de esas personas que llevan cubriendo tanto tiempo las noticias de la Casa Real que han terminado por infiltrarse mentalmente en la institución. Tienen tanto respeto por las personas a las que siguen que en este caso son más de la Casa Real que de la empresa en la que están empleadas. Lo segundo es accesorio, lo primero es una misión.

Alcázar viene a describir el libro de Pilar Urbano como una trampa tendida por una periodista que es numeraria del Opus Dei "dispuesta a conducir a Doña Sofía por el buen camino". No es una frase aislada. También dice que que la reina "evidentemente no es del Opus Dei, pero en manos de Pilar Urbano, a veces, podía parecerlo" (en relación al primer libro). Y que Urbano "aprovechó la ocasión para tirarle de la lengua" o que "la condujo al terreno de su ideología religiosa". Más que la descripción de una entrevista, parece un interrogatorio. ¿Nadie oyó en la Zarzuela los gritos de dolor de la reina cuando era torturada?

Pero eso no es todo. No es lo más importante que una cronista real describa a la reina como una persona, digamos, no muy inteligente. Hay algo aún mejor. Esta periodista describe lo que ocurrió en la Zarzuela al recibirse el contenido del libro y la impresión que da es que hay clubes de fútbol de segunda división que están dirigidos por gente profesionalmente más preparada que la que rige los destinos de la Casa Real.

En primer lugar, el jefe de la Casa Real no se había enterado de nada sobre los numerosos contactos de la reina con Urbano. Me refiero al contenido de las conversaciones. Ni las había grabado, como mínimo para que el resultado de ellas quedara bien reflejado en el libro, ni al parecer había preguntado a la reina sobre ellas.

Y cuando ve el libro se queda obviamente sin palabras. Se produce una discusión y ganan los que están a favor de dar luz verde, que parecen ser "las personas más próximas a la Reina". Y al final, después de toda la polémica, "el Rey está que se sube por las paredes". No me extraña, porque se habrá dado cuenta de que está al frente de una banda de funcionarios tan poco competentes como descoordinados.

Vaya con el artículo de la cronista monárquica.

Por último, un apunte periodístico bastante divertido. En ese mismo ejemplar de La Vanguardia, el director del diario describe toda la polémica como "una algarabía" muy intensa en Madrid "de la que hay que mantener una saludable distancia". No pensaba que hablara en sentido geográfico.

Estaba equivocado. Hoy leo que también en La Vanguardia Enric Juliana vuelve a relacionar todo el follón con esas cosas que pasan en Madrid. Su tesis es que hay una conspiración para acabar con la monarquía. ¿Los rojos? ¿La izquierda que no reconoce las virtudes de la transición y el impagable papel jugado por el rey?

No, hombre, no. Es la derecha. "La derecha madrileña y madrileñizante" (lo primero sé lo que es, ¿pero lo segundo?). Y la trama tiene un objetivo concreto:

Hay gente en Madrid, gente relativamente influyente, que sueña con la implantación de una República presidencialista que ponga orden de una puñetera vez. Que embride a vascos y catalanes y acabe con el zoco regionalista. Que reforme la ley electoral. Que afiance el imperio de la lengua común y rescate las competencias en Educación en mala hora transferidas, dicen. Que restablezca el rumbo de la Nación. Gente que sueña, tras animada cena, con un castellano Sarkozy.
Como dicen en inglés, what the fuck?

Pero, tranquilos, no es una conspiración, dice Juliana, es "una cuerda que vibra. Una pulsión".

Así que la gente de derechas de Cataluña acusa a la gente de derechas de Madrid de atacar al rey para cargarse a los nacionalistas.

En fin, con monárquicos como éstos, tengo clara una cosa: la República sería mucho menos divertida.

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+ en guerra eterna...

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