domingo, 18 de julio de 2010

Todo recto a la derecha

Todo recto, al fondo y a la derecha. Este es el rumbo que siguen las sociedades del siglo 21, sin dilación, sin retrancos y sin piedad.

La malograda solución de la crisis bancaria y financiera ha dado al traste con las prácticas de la socialdemocracia, vencida en su propio terreno, en el que pudo haber demostrado su validez, el campo de las dificultades para las rentas en apuros.

La mayor parte de las democracias han sucumbido a las nuevas normas de las finanzas mundiales y se han puesto de rodillas ante aquella manada de lobos de la que nos queríamos librar. Hay quién dice, agitando los paños de los intereses de Estado, que sólo es una situación pasajera, que hay que admitir y ceder para ganar tiempo, que más tarde será el momento de emprender reformas.

Lo cierto es que es la mayor fractura social desde la Segunda Guerra Mundial, sólo que ésta está más diluida en el tiempo y no veremos tan de cerca los cañones. Pero nos estamos aproximando peligrosamente a una cruenta frontera, que una vez traspasada será para no dar marcha atrás.

La respuesta a la dilación, la suavidad y la "recuperación" no es otra que la legitimación de los regímenes autoritarios que se expanden en Oriente Medio, África, Asia y ahora también en América Latina. Conscientes de su soberanía y de sus recursos exhiben sin ápice de prudencia la bandera de la nueva élite, son las llamadas potencias emergentes.

Europa y EEUU hacen lo nunca visto por retardar este ascenso, como si no tuvieran estos países su lugar en el orden mundial por derecho propio. Ellos señalan sin tapujos a los causantes de la situación actual: nosotros, nuestra venda en los ojos y nuestros gobiernos.

Estamos legitimando los fanatismos ajenos, y los propios también. La pestilente presencia de la ultraderecha se expande por nuestro continente, las fuerzas sindicales se ven abocadas a la respuesta social de fuerza inmediata: la huelga general.

A este tiempo, que aun puede reconducirse, se le han colado una pequeña serie de políticos en el último momento. La cuestión entonces sería: ¿podrán estos líderes de la izquierda social remover y restaurar los cimentados valores que nos llevaron a ser ejemplo del resto del mundo no hace tantos años?

Saludemos pues a los actores que entran en escena, admiremos constructivamente su labor y aplaudamos las recetas que dan a la ciudadanía dignidad, bienestar y libertad.

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