viernes, 13 de agosto de 2010

De gilipollas varios

Suscita controversia en mí, hábido devorador de actualidad, comprobar cuáles son las grandísimas diferencias que existen entre un despacho y lo que hay fuera del despacho.

La hora de comer en la casa de cualquier vecino es el mejor de los telediarios, porque al mismo tiempo que el noticiero te va dando perlas de lo irreal, tu familia y cercanos te ponen al día de lo real. Fulanito se quedó sin trabajo, menganito está viajando, los del piso de arriba siguen siendo la misma gentuza de siempre... es la crónica de todos los días.

La irrealidad de los despachos consiste en que un grupo de señores que llevan, por lo general, más de una década en los mismos cargos nos dicen que nos van a sacar de los mismos problemas en los que ellos mismos nos metieron... un detalle. Esta misma irrealidad, esta falta de contacto con la cotidianidad, llega a la altura de lo insultante cuando escuchas frases como: Si me lo pide el partido.... si los accionistas quieren...

La realidad de lo cotidiano te sigue diciendo que las casas siguen costando muy por encima de su valor real (a no ser que te la hgas tu) que la calidad de los alimentos que compras en el súper sigue siendo sospechosa (bienvenido seas al pequeño comercio de toda la vida) y que el trabajo sigue sin reconocer tu capacidad profesional a pesar de los años de formación que has adquirido (gente de despachos alejada de la realidad).

Pero de entre todo esto contínuas poniendo una conclusión encima de la mesa a la hora de comer.... y es que no necesitas las grandes recetas de ninguna clase dirigente para ser feliz, la calidez de casa es más que suficiente.

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