jueves, 6 de octubre de 2011

Somos Portugal

A punto de cumplir un mes de estancia en tierras lusas quiero recapitular y, como decía el recién desaparecido Stave jobs, unir los puntos ahora que podemos mirar atrás cuando ha pasado un tiempo prudencial.

Vengo en "misión erasmus", pero en la mochila llevaba también la percepción del turista y del pequeño "Paco Martínez Soria" que se pierde en cualquier parte. Es por ello por lo que trataré de enfocar esta parte de la forma más abierta posible, aunque vaya por delante el decir que es muy difícil alejarse de los tópicos, que si existen, es por algo.

Porto (Oporto) está en el punto de transición de la decrepitud al modernismo. Ese alargado momento que trata de quitarse de encima los polvos del pasado tapando con edificios una forma de ser que a fuego tienen sus vecinos grabada en la piel, otro de los sinsentidos del ser humano.

Así pues, Porto es una ciudad bohemia, bonita y barata. Con la pujanza de ser la capital del norte del país, foco industrial, nexo de comunicaciones y además (lo que más me arada) una amplia oferta cultural que te mantiene más que entretenido los 7 días de la semana. No voy a describir en plan guía turísitico en todo lo que tiene la ciudad porque guías hay en internet tropecientos.

Ah sí, se me olvidaba... todavía no he salido de Porto (se nota que soy urbanita) pero en los próximos días sí viajaré a Braga, Aveiro y algún sitio más... o eso espero, ya os lo iré contando.

Decía, sobre Porto, que es bohemia... y tengo que decir que es mmuy, pero que muy bohemia. En todo el casco urbano encuentras multitud de locales que abren a horas y deshoras con precios asequibles para todos los públicos. El gusto por el trato educado en los locales, independientemente del tipo que sean, hace más apetecible salir de casa. Y en este agradecido desorden, nos encontramos sitios refinados, alternativos, clásicos, excéntricos y sobre todo acogedores, muy acogedores.

No es difícil hacerse un hueco y conocer gente, los tripeiros (forma coloquial de llamar a los portuenses) gustan de conocer a los españoles, admiran nuestra forma de ver la vida y les parece encantador nuestro acento. No viene mal, todo hay que decirlo, partir con unas cartas de ventaja cuando estás en un país que no es el tuyo y donde no conoces a nadie.

Encontraremos casas típicas (techos altos, fachadas de azulejos y con jardín comunitario en la parte de atrás) junto a edificios de viviendas normales al uso, calles adoquinadas y muchos comercios. Es una de las cosas que más me llamó la atención, la cantidad de centros y calles comerciales que existen, multitud. Teniendo en cuenta el bajo poder adquisitivo de las rentas del país es una paradoja, que se despeja cuando entiendes el alto nivel de endeudamiento de las mismas rentas. Es decir que si aquí nos compramos una cocina y la pagamos en 2 años, aquí lo hacen en 5.

Son orgullosos de su cultura, sin aspavientos patrios, pero muy orgullosos. Hay quien dice que es porque, tradicionalmente Europa mantuvo a Portugal fuera de la esfera de la política continental y los lusos tuvieron que mirar más allá del mar para salvar su futuro. Yo creo que es porque realmente tienen algo distinto que ofrecer al mosaico del viejo occidente.

Y llegamos a lo importante. Se come bien, MUY BIEN. La cocina portuguesa es muy variada y suculenta, aquí no se lleva lo de las tapas (pero les encantan) sino la olla pura y dura. Con lo cual no es extraño ponerse las botas en el "almoÇo" y no tener que hacer comidas pesadas el resto de la jornada.

Cafeteros a más no poder, optimistas aunque pensemos lo contrario y leales, muy leales. El sentido del compromiso está extendido y es sincero y aunque, en todas partes cuecen habas, por lo general la gente de aqui si te tiende la mano es porque realmente lo siente así.

Vencidos los iniciales recelos propios de quien pone pie en tierra extraña, he de decir que me siento bien, tranquilo y con la predisposición a pasar este año como un verdadero viaje enriquecedor. He conocido a muchos estudiantes erasmus a lo largo del tiempo y he podido comprobar que hay dos formas de lanzarse a esta experiencia. Aquellas personas que comienzan con mucho encanto pero que terminan deseando volverse y aquellos que no sabían si largarse o no a este experimento, pero que finalmente darían casi cualquier cosa por alargarlo. Siento que seré de los últimos.

Somos Portugal, formamos parte de esta cultura, que también es la nuestra. Por cierto, el portugués al oído, suena dulce, muy dulce.

1 comentario:

SergioAliaga dijo...

:D Somos Portugal! pero xk no has hecho mas entradas de tu estancia?? anda sube fotos y cosas! que queremos cotillear!!! jajajaja