martes, 5 de febrero de 2013

Irme fuera para quedarme aquí

Al mismo tiempo que en nuestro país nos vamos olvidando de los acrónimos, siglas y otras formas de referencia a términos internacionales por el regusto que tenemos a llamar a las cosas por su nombre, en el resto del mundo (o de la galaxia) se nos acumulan y crecen.

Es el caso de BRIC (o BRICS, depende de con quién hablemos), es la integración real de las políticas económicas estratégicas de las nuevas potencias mundiales, las del siglo 21. Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica son los nuevos vecinos ricos a los que hemos de mirar para buscar las "salidas a la crisis" que tanto andan caminando en nuestra clase dirigente.

Cada uno por su idiosincrasia pero todos en común tienen 3 ejes fundamentales que apoyan su desarrollo imparable, al menos, por el próximo medio siglo, y está por constatar si no lo será para mucho más allá, a no ser que alguna fatalidad frene ese camino.

Para empezar nos encontraremos en la producción de una fuerte demanda energética, digo bien, producción de demanda. Que no es la misma cuestión que la producción misma de energía. Tienen que conseguir que la mayor parte de la población (en torno al 70% de cada país, por decir una cifra redonda) mantenga el uso continuado de combustibles, electricidad, bienes raíces, etc, de esa forma, la proyección de la industria pesada estará garantizada por generaciones. Es pues, una apuesta de futuro.

En segundo lugar las inversiones, de dónde destacaremos con facilidad de cualquier informe con meridiana seriedad dos finalidades. La inversión en fondos (moneda, HF, desarrollo estratégico) y la inversión en defensa. A través de los movimientos económicos China consiguió, por ejemplo, erigirse en el banquero de Estados Unidos, Brasil lo es de Sudamérica y Sudáfrica de la mitad de su propio continente y todos sabemos que, a tu banco no le puedes toser.

Por la otra parte, la inversión en defensa, cada cual se está fraguando su propia seguridad en los que históricamente se ha denominado "patio trasero". Hasta el punto que ya no es necesaria la intervención de la industria estadounidense en la fabricación de cruceros, bombarderos o cazas de vanguardia, bien porque las industrias propias se bastan solas o por la intervención en este sector de los europeos.

Finalmente el factor 3. La cultura, tal cual. A ninguno de los gobiernos anteriores a estos años de los países citados le deben sus ciudadanos la expansión cultural por la que son mundialmente conocidos. O dicho de otra forma, ninguno de los gobiernos tenía (hasta ahora) el monopolio sobre la identidad nacional de sus ciudadanos, se trataba de algo etéreo, consustancial al territorio, que se escapaba de las ramas de la administración pública. Ahora, conscientes del poder de la atracción cultural y de la construcción, desarrollo y exportación de sello/marca propio se ha inundado con dinero público el sector turismo a fin de atraer hasta la más mínima de las inversiones.

En los últimos datos de los organismos internacionales, o los publicados por las propias oficinas nacionales, leemos (en pequeño, eso sí) que los ingresos por turismo avanzan a pasos forzados, aunque en India, por ejemplo, no son ni de lejos comparables a los de nuevas tecnologías.

Todos tienen una ingente cantidad de recursos naturales y una fuerte demanda interna. Es decir, cosas que consumir y gente que las consuma. Porque no sólo son gigantes geográficos y también son gigantes demográficos, lo tienen todo menos una cosa, las herramientas para el desarrollo (patentes, tecnología y tradición democrática).

El papel de Europa, y con ella el de España, será el de proporcionar estas herramientas y convertirse en un aliado o por el contrario quedarse con la abuela chocha de la que ya nada más, podemos aprender.

Así pues, si realmente jugamos en serio con los 3 factores determinantes (recursos, inversión, identidad) tendremos que facilitar el acceso a sus propios recursos con nuestra tecnología a los BRICS y sus áreas de influencia, buscar en ellos la financiación necesaria para nuestro propio desarrollo alejándonos de los tradicionales mercados (que no nos han hecho ningún favor en esta crisis) y sellar una alianza cultural que exporte valores propios, siendo capaces de sentirnos cómodos con los valores ajenos (gastronomía o moda son dos sectores muy apreciados fuera y dónde mejor nos defendemos).

Una vez más, la decisión está en nuestras manos y tenemos que salir a pasear fuera para no tener que correr aquí dentro.

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