martes, 8 de julio de 2008

La insoportable EXISTENCIA del ser




Parafraseando una de las mejores obras de la literatura universal, algunos dicen que clásica otros que contemporánea, acabo de recordar el omnisciente listado de los 7 pecados capitales. Debe ser mi educación judeo-cristiana (la misma que me anuló inculcándome el sentimiento de culpa, los tabúes sexuales, la creación de ídolos e iconos, la asunción de los valores de orden y obediencia, la limitación de los sueños como sujeto individual y otras recetas falocráticas)

Analicémoslos despacio... veamos... En primer lugar tenemos la Lujuria, pero no encuentro en la lujuria nada ofensivo ni degradante, es más, creo que eleva al ser humano a la posibilidad de encontrar seres similares a él dentro de su especie y eso siempre es bueno. Como segundo pecado tenemos la Gula... y la gula no deja de tener como última parada a la diarrea, el ardor de estómago o un cólico como mucho, nada insalvavble y por tanto desmerecida la categoría de CAPITAL. Pasemos al tercero, la Avaricia (uy la avaricia) este hay que cogerlo con cuidado sin embargo... la avaricia no deja de ser el sentimiento de querer en último término rodearse de lo mejor y eso, tampoco es necesariamente malo.

La pereza es el cuarto pecado de la lista y que quereis que os diga... la pereza pasó del libro de milagros al de los pecados en uno de esos concilios de arbitro comprao pito regalao que se hacían en la edad media... podéis comprobarlo leyendo un poco de historia. Luego viene la Ira, o mejor dicho, la mala leche, ingrediente inexcusable de todo latino o hispano que se precie y por tanto NON PLUS ULTRA de la patria. Casi terminamos con la Soberbia, que más bien se parece al orgullo de ser uno como es y al que no le guste que mire para otro lado, ya lo dijo Alaska... a quién le importa!!!!

Pero hay uno que no tiene mérito ninguno, y es la Envidia. La envidia, entendida en cualquiera de sus interminables acepciones y dimensiones es mala, pero mala mala. no existe en la metafísica moderna nada que corrobore la existencia de "envidia pero de la buena". La envidia es mala, perniciosa y muy dañina, para con uno mismo y el entorno que lo rodea y de hecho, es la madre de todos los males. Porque de la envidia nacen los otros pecados (los de la lista de Roma y las otras listas y los que no están en ninguna lista). La envidia no sólo consume a quien la padece, sino que oprime a quien la recibe.

Envidiosos (excluidos también de la seguridad social) hay por todas partes y a todas horas. Desde cualquier vecino hasta los compis del trabajo y no hay que cursar grandes ciclos para reconocerlos, están ahí, sabemos quiénes son y la mayoría de las ocasiones no hacemos nada por apartarlos de nuestro círculo.

Existe cura para esta pandemia, pero es cara de cojones. A la envidia solo tenemos, entre todos, que ignorarla. Ésa es su muerte.

Una de siete... casi como mis notas de COU. Ostia COU, de esto hace tanto tiempo, casi tanto como la lista de los pecados.

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