Patos vs Sardina

Todos los días, cuando por la mañana me dirijo al currele, paso por la pasarela que cruza el Segura a la altura del Palacio Episcopal. Y eso ya es empezar mal, no por el chalé del obispo, líbreme Dios de condenar la propiedad privada expoliada al pueblo, sino por los olores del río y el calor que desprende. Es el único río de España que en lugar de "fresca" lo que da es "calor".

El caso es que mirando por la barandilla, por aquello de divisar paisajes, me he percatado de la estrecha relación que existe entre los patos y la sardina de metal que han colocado.

A ver, vayamos por partes. Los patos, los que se hayan única y exclusivamente en esos 2 kilómetros de tramo del Segura, son de por sí ejemplares únicos, poco menos que héroes de guerra, supervivientes de una hecatombe medioambiental perpetrada por políticos y empresarios corruptos que siguen libres porque la justicia funciona así en este país, solo cumplen cárcel los pobres, nunca los poderosos.

Los patos del Segura a su paso por la capital (Segurium Avis) se lo comen todo. Prueben a hechar ustedes bolsas de plástico, latas de cerveza o una bicicleta estática, (no tengan ustedes más reparo que el medioambiental, que por el legal nadie fue castigado aun cuando otros liquidaron el río) podrán comprobar como la fauna y flora del río se encarga de "reciclar" cualquier elemento. Es mucho más eficiente que la planta de Benito Mercader.

Así es que de un lado tenemos a los patos mutantes, o patos X, y de otro lado tenemos el engendro de la Sardina Metálica. Un pedazo de truño que además de servir no más que para gastar el dinero del contribuyente, afea, estorba y convierte en aún más absurda la existencia de un río a su paso por la ciudad.

Así pues, teniendo en cuenta la realidad del Río Segura, su historia, su caracter y su relación con el entorno, propongo que la Sardina Metálica se la instale el alcalde en su casa (que tiene sitio lo sabemos todos) y pongan un Pato Metálico.

Vivamos deacuerdo a nuestro entorno, respetemos el Medio.