viernes, 24 de junio de 2011

Socialdemocracia sin respuesta

Vivimos en momento insólito en la consolidación y avance del Estado del Bienestar. Las leyes que nos hemos dado no han sido capaces de parar el ataque que las grandes corporaciones internacionales y los intereses particulares están realizando desde hace dos años contra la burbuja de los derechos humanos que supone Europa.

Es un ataque frontal contra el bienestar de la clase trabajadora y por supuesto, la primera de las responsabilidades es de quiénes tramaron y urdieron y aún hoy mantienen con ferocidad este pulso a la isla dónde estaban mirándose las esferas emergentes.

Iré más allá. Europa, como garante de los derechos humanos (extendidos estos al derecho laboral, ambiental, sanitario, social, etc) sigue siendo el referente para varias zonas geopolíticas de importancia capital. Sudamérica es la primera de ellas y detrás de ella venían varias más.

Esto es lo que están atacando los mercados y no otra cosa. Si consiguen demostrar que aun con todo el refrendo constitucional, no es posible mantener este espacio de libertades y justicia social, habrán ganado la partida para siempre. Y esta es, permítaseme la expresión, la madre del cordero.

La diferencia de ésta crisis con las anteriores, es que en las pasadas no estuvieron en juego los avances sociales, sino la regulación de lo que ya teníemos sin poner en duda que había que dar pasos adelante. Ahora sí.

Ahora escuchamos a personalidades de primer orden decir que el Estado de Bienestar llegará hasta donde tenga que llegar y berzadas similares, renegando con estas declaraciones de la trayectoria democrática que nos han situado en las mejores cotas de vida y bienestar social que hemos tenido en la historia.

De este modelo hay un responsable directo, la socialdemocracia y su materialización en las formaciones políticas y sindicales de Europa. Lleva siendo así casi 120 años y esos, son muchos años. Ahora no deberían dar pasos hacia atrás ni permitir que los estados dieran pasos atrás.

Me consta, por estar en lugar privilegiado que la socialdemocracia ha utilizado diversas formas de respuesta ante este ataque, dependiendo del territorio que señalemos. Pero sin duda, la respuesta más dura ha sido en Islandia, donde el propio estado se ha negado, tras referendum, abonar la deuda privada reconocida en el país.

Y aquí llegamos al segundo punto importante de la cuestión. La deuda. Europa, por decisión de los mercados y el silencio de los gobiernos, se ha hecho cargo no sólo como es su obligación de la deuda pública reconocida (que pasa por ser más que aceptable en su conjunto, muy por debajo de EEUU y otras zonas económicas importantes) sino que además se ha cargado a la espalda la deuda privada, que es la que estamos pagando todos con los recortes introducidos por la UE a través de los legisladores nacionales. Cabe resaltar que tanto la UE como la mayoría de los gobiernos nacionales y el Parlamento Europeo están dominados por los partidos de la derecha política.

Han sido ellos los que han dejado pasar la oportunidad de parar el golpe y legislar a nivel mundial, usando todos los mecanismos a nuestro alcance que son muchos, de forma que ni las agencias de rating o los fondos de inversión tomaran decisiones sobre cuestiones que afectan a la soberanía de las naciones.

Bien, llegados a este punto alguien (y no será la derecha) debe dar respuesta a las demandas de bienestar de la ciudadanía y esa ha de ser la izquierda política. La socialdemocracia en esto tiene un papel fundamental, la cuestión es si sabrá hacerlo con la suficiente decisión. Sinceramente tengo mis dudas.

En estos momentos, tras haber observado con atención los pasos dados y los procesos de toma de decisiones creo que es necesario y urgente en nuestro tiempo considerar otras opciones. Posibilidades que han de llevarnos a la confluencia de las diferentes fuerzas progresistas existentes en cada territorio, de otra forma, lamentablemente no será posible resistir esta tormenta.

Las viejas recetas no sirven para los nuevos problemas y esta crisis no es la misma que las anteriores, los protagonistas y las soluciones tampoco deben serlo. En este sentido abriré mi prisma a la posibilidad de explorar nuevas soluciones, todas ellas vendrán desde la humildad, la honradez y la honestidad de quiénes, e su quéhacer diario, no tienen por qué pagar lo que otros han roto.

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