viernes, 4 de junio de 2010

Dice Escolar

Atención, pregunta. ¿Qué tiene que hacer el gobierno de Israel para que sea condenado por la ONU, aunque sea de forma simbólica? Al parecer, no basta con abordar varios barcos con pabellón turco en aguas internacionales. Tampoco es suficiente matar a nueve de los tripulantes en un asalto que en el mejor de los casos es una negligencia criminal, una estupidez impropia de un ejército que se dice democrático y que tiene métodos mejores para detener un barco sin necesidad de un baño de sangre. Ni siquiera es lo bastante grave dejar morir a dos de los heridos, sin darles asistencia sanitaria a pesar de las peticiones de auxilio, como ha denunciado una diputada árabe del propio parlamento israelí. Nunca es demasiado cuando hablamos de Israel. Nada es lo bastante grave para la ONU, que ni siquiera con un acto así pasa del simple lamento a otro papel mojado: el de la simbólica condena.

“Lamentamos”, dice el tibio comunicado de la ONU, que condena “estos actos” pero no a su autor. Lamentable una vez más la respuesta de esa inane comunidad internacional, que tolera el arbitrario bloqueo contra Gaza: contra ese millón y medio de palestinos, sitiados en el mayor campo de refugiados de la historia, que pueden importar salmón ahumado o mascarilla facial, pero que sólo consiguen carne fresca o folios para las escuelas a través del contrabando. Lamentable otra vez la ONU, igual que hace un año y medio, cuando fue incapaz de parar los bombardeos israelíes sobre la franja de Gaza, otro crimen que dejó un millar largo de muertos; la tercera parte, mujeres y niños. Lamentable la UE, que mantiene a Israel como socio comercial preferente. Lamentable el gobierno español, que vende armas a este ejército.

Y mañana, ¿qué habrá que lamentar?


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