martes, 1 de febrero de 2011

Paso a paso

Hace tiempo que los analistas internacionales nos dijeron a los que no vamos a Davos que en los países donde la religión (islámica) es mayoritaria solo tenemos dos opciones de gobierno: O una dictadura que apoye los intereses económicos de occidente o una democracia donde los partidos de corte integrista arrasan en las urnas.

Se me ocurren varios casos así a voz de pronto para ver como desde occidente respetamos los procesos que no son los nuestros:

Turquía: Una democracia donde un partido de corte religioso gana por goleada pero que mantiene un estado laico porque el ejército, vigilado desde occidente, tiene ese papel adjudicado en la constitución por lo que el ejecutivo vive por contínuo pendiente de un golpe de estado (y han tenido varios). Pero con ellos hemos firmado la Alianza de Civilizaciones, alabada por la ONU, que conecta el Islam y el Cristianismo para que estos dos mundos yan iguales entre sí dejen de ser desconocidos por el otro.

Palestina: Una democracia reciente que vivió hace pocos años la victoria de un partido religioso en las urnas. Las consecuencias de esa victoria ya la conocemos, al que no le guste lo que diga Israel y EEUU que se vaya a la franja de Gaza. Pero con ellos mantenemos una relación fluída a través de Solana y Moratinos, porque sabemos que son claves en la estabilidad de la región, que más tarde o temprano, será un crisol de culturas administrada por la ONU (al tiempo).

Argelia: Una pseudo-democracia que aisla cualquier movimiento político en pro de los intereses económicos de Europa. Argelia es una fuente inagotable de gas natural. Pero con ellos Europa ha firmado un sinfín de acuerdos económicos que ha relanzado el PIB, algo que está dando de comer a la población local.

Marruecos: Dictadura de una monarquía que vive hinchándose a billetes mientras que sus súbditos, todas las semanas, intentan escapar en patera a España porque no tienen para comer. Muchos mueren en el intento. Pero con ellos estamos intentando acordar un proceso para el Sahara, porque como se les crucen los cables, no queda un campamento vivo en todo el desierto.

Libia: Ni una línea se merece lo de Libia. (A estos les pasará como a Argelia).

Irán: Ni media línea. (Pero gracias a Al-Baradei no se lió la San Quintín).

Y así podríamos seguir hasta aburrir. Pero no son muy distintos los países en lso que otras religiones son mayoritarias, por ejemplo, España. Es el único estado que tiene firmado un acuerdo con el Vaticano (monarquía absolutista donde los haya) a través del cual se priorizan las necesidades de una casta, el clero católico, pese a que la mayoría de la población esto de la obediencia ciega se la sopla, manteniendo artificalmente un escenario que no se corresponde con la realidad. Pero con el Vaticano nos reunimos de cuando en cuando para explicarles que ya está bien vivir del cuento (su cuento).

La cuestión es que, en general, ni todos somos tan laicos ni tan religiosos y que las relaciones humanas se dilatan en el tiempo para construir lo que llamamos "estados".

En Túnez y Egipto, como en Jordania y otros antes, países ribereños del mediterráneo, cada cual con peculiaridades económicas y sociales parecidas, está pasando algo muy sencillo, que la gente está hasta el forro. Igual que pasó aquí en su día y que está pasando en otros países que no son actualidad.

La respuesta a todo esto, desde nuestro país, ha de ser la misma que tuvimos para nosotros mismos, alejados de paternalismos baratos. Velar para que encuentren su propio camino, desde el respeto a los derechos humanos, el compromiso con la democracia y el progreso en el estado del bienestar. Nada más.

Podríamos hacer como hizo la derecha en su día y pelearnos por una roca barata donde no hay ni una cabra o podemos usar otra estrategia, la que hemos usado por ejemplo con Cuba, es lenta, pero funciona, cuando se deja de ahogar al vecino... el vecino empieza a respirar.

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