lunes, 15 de junio de 2009

La verdad es insoportable

Una de las grandes verdades de la clase política es que, en ciertos momentos, da verdadero asco. Esos momentos, con honrosas excepciones, son los períodos en los cuales las formaciones políticas, con sus dirigentes a la cabeza se exponen a la luz pública y han de "tocar" a la ciudadanía.

La intención consumada de permanecer en el sillón lleva a no irse a casa a pesar de tener 40 imputaciones más que probadas, a pesar de tener más años que el sol o a sabiendas de mantener el discurso más caduco del orbe. Todo eso da igual mientras el bolsillo esté lleno o esté en visos de estarlo. Nadie se mueve, nadie da un paso por convicción sin el visto bueno de quien maneje la chequera.

Esto pasa en todos los partidos, a todos los niveles y a todas las edades. Y son pocos, dentro de los "guays" los que se libran, los que toman las decisiones conforme al compromiso primero que les hizo pertenecer a una familia política, los que son capaces de coger la puerta y largarse tan anchos porque no le deben nada a nadie... explicaciones se dan a la ciudadanía y no a los consejos de sabios.

He pensado siempre, no es de ahora, que las relaciones de cualquier tipo se basan en la confianza mutua y en el respeto a la libertad de quien tienes delante y si no es así, ni es relación ni es nada, sino un contrato de sumisión, allá quienes quieran perpetuarse en ese modelo... porque fracasarán, siempre han fracasado. Aunque lo triste no es que fracasen ellos, sino que arrastren a alguien en la caida, se puede ser más egoista?

Recuerdo que en mi mutación pueril comencé a fumar por el gusto de mis compañeros de clase del instituto (y aun no lo he dejado), me hice católico por el gusto de mi abuela Isabel (y aun no he apostatado), me hice socialista por acercarme a mi padre (y aun trabajo en esto) y comencé a tener relaciones sexuales con hombres por curiosidad (y fijaté donde he terminado).

Recuerdo también que en esa época de cambios y transformaciones... dolorosas, apasionates, llenas de aventura e ilusión, conocí tantísima gente que me ha sido del todo imposible recogerlos a todos en una bolsa para guardarlos, aunque solo sea con una leve y lejana amistad, algunos quedan, seguramente algunos de los mejores y otros con los que tuve poco tino.

Cuando veo que tantos otros también maduraron no veo en ellos las aventuras que entonces les llenaban los tiempos. Sí las veo en mí, porque sigo confiando en ellos como entonces y en las nuevas personas que me encuentro por el camino, quiero dármelas de duro, y sigo siendo un pobre inocente... o un insensato.

Pueda darse el caso de que no me termine nunca de "caer del burro" pero que quieren que les diga, I'm who I'm. Y si después de haber pasado la adolescencia y la veintena y a estas alturas no ha sido así... pues mira, no me voy a poner ahora a cambiar nada que no hubiera hecho antes. Será por eso que ni siquiera le he cambiado el nombre a esta bitácora/blog y por lo que pienso seguir confiando en los demás y despotricando cuando me de la gana.

Que bien vienen ahora los versos cantados por Varela con el No te Salves má tanguero de la vida... verdad?



Aviso a navegantes... tengo un plan.

PD: Antes de irte... se valiente. Te quiero.

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