martes, 7 de julio de 2009

Ramón Lobo dice...

La marcha del orgullo de Madrid tenía un lema Por una escuela sin armarios. Pienso en mis colegios, el Chamberí de los Maristas y El Prado del Opus Dei y me sale del alma otro lema mejor que engloba al primero: Por una escuela sin dioses.

Recuerdo el colegio Chamberí y a un hermano marista llamado Alejandro que en 1º de primaria cerraba las contraventanas de la clase para crear un ambiente adecuado para la representación. Después se subía al escenario donde estaba la pizarra y su mesa y embutido en su habito negro nos hablaba en medio de la oscuridad de Belcebú, nombre que asusta bastante más que los blandengues diablo y demonio.

El tal Belcebú, según el entusiasta relato del hermano, vigilaba nuestros movimientos día y noche, sobre todo de noche. “Si alguna vez escucháis golpes en vuestra habitación es que estáis en pecado y Belcebú os ronda para arrastraros al infierno”. Debía tener yo seis o siete años y pasé unas cuantas noches asustado por los ruidos de los vecinos. Mi problema era obvio: ¿cómo denunciar ante mis padres la presencia del maligno? Su pregunta sería: ¿cuál es tu pecado? Trataba de recordar mis malas acciones del día y no sabía elegir cuál de aquellas minucias ellas era la razón de mi problema.

Un año después, en segundo de primaria, un maestro laico me escogió por mi buena letra para que le ayudara con los diplomas. Él los escribía con esmero y yo los depositaba en los pupitres vacíos para que se secara la tinta. Mi buena letra servía para el transporte de aquellas pequeñas obras de arte.

Un día, escuchamos al hermano Alejandro repetir sus monsergas sobre Belcebú a una nueva clase en el aula contigua. El maestro de los diplomas escuchó en silencio y al cabo de un tiempo dijo: “Que obsesión han cogido estos curas con el infierno”. Fue como un abracadabra que espantó el miedo. Hasta ahora.

PD Esta noche he regresado a casa tarde después de trabajar. No había tribus urbanas en las calles, solo una ciudad atascada a las tres de la mañana: travestis, heteros, osos, homos, lesbianas, dubitativos, dudosos y hasta un tipo en pelotas. Hoy me he sentido orgulloso de mi ciudad.

1 comentario:

Rafael Garbero dijo...

Qué historia Julio..., Belcebú debe ser un hippie loco que anda de fiesta por ahí..., jaja!. Afortunadamente yo no tuve la experiencia de ir a un colegio del Opus..., por suerte fui a uno casi laico..., aunque siempre me quedará en el recuerdo cuando mis amables compañeros me hostigaban diciéndome Anti Cristo porque no había hecho la comunión junto a ellos, o porque no rezaba en clases cuando ocurría algún hecho trágico nacional de esos que generalmente ocurren cada 3 días en Argentina desde que tengo uso de razón. Claro..., lo de rezar en clases no era una práctica habitual, solo ocurría cada vez que a una maestra fervientemente católica se le ocurría (dejando de lado las directivas del colegio) que debíamos rezar todos juntos..., por supuesto..., siempre tenían la precaución de preguntarme delante de todos los monstruitos incipientes ( varios de mis ex compañeros) porque no rezaba, porqué no tomaba la postura de juntar las manos para ello..., ante mi negativa..., reformulaban la pregunta..., acaso vos no sabés rezar, no te enseñaron en tu casa, no lo aprendiste en catequesis?? …, mi respuesta era..., ¡no señorita! (Así le decimos a las maestras de primaria), es que yo no creo..., ahh! Tenes otra religión? (La señorita), ¡no! simplemente no creo en Dios. Por supuesto..., al instante y después de clase tenía que sufrir el acoso violento y e injurioso de toda la pequeña tropa católica del curso.