jueves, 21 de enero de 2010

De alta cuna, de baja cama

Lo de Vic no es racismo, ni saltarse la ley, ni electoralismo barato. Al menos no es sólo eso, aunque haya hoy quien quiera distraer atenciones diciendo que es todo eso junto, o por separado.

Lo de Vic, la inoportuna intención del Alcalde de la población de no inscribir en el padrón municipal a los inmigrantes que no estén regularizados, por suponer este acto administrativo el acceso a toda la red de bienestar social de nuestro país y que en parte importante sustentan los ayuntamientos, no es otra cosa que un acto de elitismo excluyente nacido del más indiseable de los aspectos del ser humano, el egoísmo.

El egoísmo es una pandemia que tiene mala solución, por eso a veces es mejor no tocarlo. Va llenando poco a poco al paciente hasta, en ocasiones, llenarle el alma y más tarde la boca de jilipolleces tales como: "En Cataluña y en España no cabemos todos"

Desprecio profundamente a aquellas personas que para llegar alto se apoyan en la miseria de los demás, en las tragedias de los demás y a costa del porvenir de los demás. Denuncio como TROLA INFUMABLE que al sistema de bienestar social de nuestro país le suponga un peso mortal la atención a la inmigración, y destesto de forma visceral a quien alega mamonadas tales como: "es que los moros viven mejor que nosotros"

Lo de Vic es querer aparentar, desfile e imagen. Egoísmo puro y duro que habla de la peor parte de la clase política, la que nunca responde a las sensaciones de la población, en este caso de Cataluña, que siempre se ha caracterizado por acoger e intregrar a cualesquiera que fuera a vivir y trabajar allí.

Quede todo en un susto.

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