domingo, 15 de febrero de 2009

Luis ya está en casa

El discurso garbancero de cuidar de las democracias latinoamericanas es uno de los falsos paternalismos con los que cuentan muchos políticos conservadores.

Luis Herrero, cual Hernán Cortés, fue a Venezuela a procurar de los ciudadanos del extinto virreinato una mirada más crítica hacia sus instituciones. Las que ellos mismos han elegido democráticamente en las urnas y siguen refrendando.

Hipócritas son los que llaman a un mandato reducido del Jefe del Estado, cuando en España el cargo es vitalicio, y cuando en la mayoria de los países de la UE es prorrogable sine die.

A Luis no lo han expulsado por meterse en asuntos internos del país, que también (imagínense a un diputado venezolano en España diciendo en el año 2000 que Aznar es un dictador, que es lo que ha dicho Herrero de Chávez, la que hubiésemos montado, poco menos que casus beli) lo han hechado por ser un "bocas".

Y le está muy bien. Lo de echar la lengua a pastar y olvidarse después de lo que uno dice para erigirse en defensor de las más elementales libertades es un ejercicio propio de un polígonero. No he leído ningún apostillaje de Luis ni de ninguno de sus compañeros de partido cuando Bush Hijo, consigue la reelección a pesar de perder las elecciones de forma manifiesta, pero ese caso no es lo mismo (Americanos, os recibimos con alegría)

A lo mejor a base de patadas en el culo aprendemos a no meter la nariz en las democracias de los vecinos y fijarnos un poco más en el respeto que les debemos después de siglos de expolios y exclavitud, por los cuales ni siquiera hemos pedido perdón.

Estoy a favor de la limitación de mandatos, por pura higiéne democrática, pero aquí ningún Gobierno lo ha puesto por ley (ni lo hará) ni mucho menos lo ha llevado a referendum (como sí hacen en Venezuela). Antes de dar lecciones, miremos si podemos hablar.

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