lunes, 16 de febrero de 2009

Nadie es perfecto

Zaragoza arde, y mira que ahora tienen más agua que nunca para apagar cualquier fuego, conforme baja el Ebro bien podrían hacer una hilera de cubos y regalarnos alguna. Pero este fuego es distinto.

El alcalde, que se aburría después de la Expo, en aplicación de la Ley de Memoria Histórica va a renombrar diversas calles de la ciudad. Una de ellas, la calle del General Sueiro (El General Sueiro fue un Capitán General de la VI Región Militar que integro el primer claustro de profesores de la Academia General Militar junto con otros destacados militares que luego se sublevaron con Franco) ha querido renombrarla con el nombre del fundador del OPUS DEI.

Al final no va a ser así. Dada la polémica suscitada, la calle en cuestión recibirá otro nombre de consenso y San Jose María le darán otra de nueva planta o creación, es decir... que la calle se la ponen de todas formas.

Según la propia ley:

"los escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación personal o colectiva del levantamiento militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura deberán ser retiradas de los edificios y espacios públicos."

Y ahí es donde se escuda el señor alcalde... en RETIRADAS. La ley no dice nada, según él, de las de nueva creación. Ni a mí, ni a ustedes, ni al alcalde se nos escapa el paso siguiente.

Si se crea una nueva calle, también le es de aplicación la ley en vigor y por lo tanto habría que volver a renombrarla, con lo cual el nombre de la calle podría durar... unos pocos meses.

Todo esto siempre y cuando, dice el alcalde, se demuestre que el santo exaltó al regimen franquista y que se buscarán pruebas. Soy tan buen ciudadano, que quiero aportar una. Una carta de amor confeso de JoseMari (sic) a Pakito (que mal favor le hicismos al chokolatero).

"Al Excmo. Sr. D. Francisco Franco Bahamonde, Jefe del Estado Español.
Excelencia,

No quiero dejar de unir a las muchas felicitaciones que habría recibido, con motivo de la promulgación de los Principios Fundamentales, la mía personal más sincera.

La obligada ausencia de la Patria en servicio de Dios y de las almas, lejos de debilitar mi amor a España, ha venido, si cabe, a acrecentarlo. Con la perspectiva que se adquiere en esta Roma Eterna he podido ver mejor que nunca la hermosura de esa hija predilecta de la Iglesia que es mi Patria, de la que el Señor se ha servido en tantas ocasiones como instrumento para la defensa y propagación de la Santa Fe Católica en el mundo.

Aunque apartado de toda actividad política, no he podido por menos de alegrarme, como sacerdote y como español, de que la voz autorizada del Jefe del Estado proclame que "la Nación española considera como timbre de honor el acatamiento a la Ley de Dios, según la doctrina de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, única y verdadera y Fe inseparable de la conciencia nacional que inspirará su legislación". En la fidelidad a la tradición católica de nuestro pueblo se encontrará siempre, junto con la bendición divina para las personas constituídas en autoridad, la mejor garantía de acierto en los actos de gobierno, y en la seguridad de una justa y duradera paz en el seno de la comunidad nacional.

Pido a Dios Nuestro Señor que colme a Vuestra Excelencia de toda suerte de venturas y le depare gracia abundante en el desempeño de la alta misión que tiene confiada.

Reciba, Excelencia, el testimonio de mi consideración personal más distinguida con la seguridad de mis oraciones para toda su familia.

De Vuestra Excelencia affmo. in Domino Josemaría Escrivá de Balaguer

Roma, 23 de mayo de 1958."


En fin, que nadie es perfecto, ni yo, ni ustedes, ni el alcalde... ni el santo.

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